jueves, 4 de noviembre de 2010

Un diablo que se desliza en mi puerta



Ahí está, le deje entrar, toco con suaves movimientos, con sonrisa de ángel y sutiles encantamientos, se desliza con cautela toma mi mano fría y me abraza en el horror, salgo y encuentro sus brazos como resguardo y su aroma es triste delicia de emulación.

Cómo hacerle, si cuando pedía auxilio me salva un Diablo, ¿qué harías si es con la única persona que puedes estar es con él? ¿Qué harías si es el único que puedes querer o amar? ¿Qué harías si las opciones estar a su lado o morir alejado? Es que acaso hay opción.

Tu, ella, ellos, ustedes dirán es un maldito, es el tirano de mi agonía pero es mi bien, es mi refugio, mi cuidado y resguardo, es mi compañero, mi complemento, mi sonrisa y mi día.

Los seguiré escuchando refunfuñar y serán mi razón más mi corazón anida otras cosas y le quiere y le necesita, lo guarda, lo cuida. No puedo fingir y quererle en secreto, sería peor que hipócrita, sabe que poseo poco, que no soy muy agraciada y en exceso histérica pero lo que desee, pida o quiera si es con sinceridad yo se lo voy a proporcionar.

Yo al igual que él y muchos otros quizás inocentes he sido señalada de tirana o pérfida, no pienso dejar a todos aquellos que son juzgados como injustos por poseer un exceso de honestidad puesto que ellos no pretenden dibujar una realidad con colores sin arco iris, sin luz, sin sol, sin la claridad que exige lo puro de sus almas. Sé que es turbio más no apesta al caño de hipócrita con cara de inocente.

Moriré en el desgarre de sus palabras y el día que se harte de mi me marcharé digna, sabiendo todo lo que le quise, mis manos no estarán vacías puesto que él me ha dado el sustento de la noche y lo mejor de un amanecer: un soplo y un suspiro, yo se lo retribuyo con brisas y caricias de madre, de hermana, de amante, de amiga.

Será un Diablo en extremo encantador, que le he confesado mis deseos y sobre todo mi entendimiento sobre la tierra que piso, sé que no es santa, que mi condena ya está puesta en cada paso que doy me acerco al infierno que han abierto otros por mí, dejándome en soledad, pero él me mira con sus ojos compasivos y decide acompañarme y eso como el vaso de agua a nadie se le niega.

Hoy seré ciega, porque me he cansado de pelear, de mirar un mundo fingido que se bate en idealismos superfluos e ignorancia abismal; permaneceré cerca de ese Diablo descomunal y si quiere matar pues que sea de mi alma con lo que se tenga que alimentar, no me le pienso alejar.


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